La Vuelta está siendo una guerra de guerrillas. Salvando las tres primeras jornadas en Portugal, casi en todas las demás etapas ha habido batalla y los favoritos han tenido que estar atentos para no caer en una emboscada y perder todas las opciones en la general. Esa exigencia se cebó con Mikel Landa en la etapa que partía de su Álava natal. El puerto de la Herrera, a poco más de 100 kilómetros de su casa de Murgía, enterró casi todas las opciones del alavés en la general. Cedió en el peor momento, cuando el Education First de Carapaz había lanzado la carrera para dejar sin opciones al líder Ben O’Connor.
El ecuatoriano atacó tres veces hasta romper el grupo de los favoritos. Landa ya perdía una veintena de segundos. O’Connor solo un puñado de metros en la cima de La Herrera. Allí estaban dos gregario de Carapaz, que venían de la fuga masiva, para intentar romper al australiano en los 45 kilómetros llanos con repechos que había hasta la meta de Izki. A O’Connor le llegó la ayuda de Paret Peintre y Lafay para cerrar el hueco. A Mikel Landa nadie. Ninguno de los tres ciclistas del T-Rex que iban por delante frenaron para esperar a su líder. Lo hicieron tarde, cuando el Movistar también colaboraba para dejar fuera a Landa. Lo consiguieron. En meta el alavés se dejó más de tres minutos con el resto de los favoritos y ya está a más de cinco minuto de O’Connor.
El australiano había vivido la experiencia contraria en la etapa de Yunquera. Pasó de estar lejos de en la general y a meterse de lleno en la pelea. Ha aguantado el maillot rojo hasta ahora. Sabe que es más débil que casi todos los ciclistas que le persiguen en la general, pero cada vez que se queda saca la calculadora y echa mano del Decathlon para minimizar pérdidas. Es consciente de que los cinco segundos que tiene sobre Primoz Roglic no le van a servir y casi tampoco el 1:25 que tiene sobre Enric Más. Cada vez que ambos atacar sufre y pierde tiempo. Hay demasiado terreno todavía y está claro que los dos lo van a intentar. Las dudas ya surgen sobre Carapaz. El ecuatoriano pierde 1:46 y parece que va a más en esta Vuelta, posiblemente él cerraría el podio con las sensaciones que se están viendo en las últimas etapas.
Moncalvillo
El final en el duro Moncalvillo puede ser el último en el que O’Connor siga vestido de rojo. Es cierto que la etapa desde Logroño solo tiene un ‘tercera’ el Puerto de Pradilla, en mitad del recorrido, y que no se espera demasiada batalla antes. Pero al alto riojano tiene tanto desnivel y tan continuado que es suficiente para abrir diferencias. Tantas, que incluso Enric Mas o Carapaz también podrían pasar a O’Connor. Lo que no se espera es un contraataque del ciclista del Decathlon, entre otras cosas porque desde que se vistió de líder en Yunquera nunca ha podido con ninguno de sus más directos rivales.
A Moncalvillo ya se ascendió en 2020 y ese día Carapaz y Roglic regalaron una subida espectacular. Los dos se arrancaron tantas veces que terminaron exhaustos y separados por un puñado de segundos, casi los mismos que dos semanas después en Salamanca cuando el esloveno le birló La Vuelta al ecuatoriano. Sus cinco kilómetros a más del 10% son suficientes para dinamitar la carrera.
La etapa reina del Picón Blanco y la crono
El sábado llega una de esas etapas que hay que ver desde el inicio. A las 13:00 sale de Villarcayo (Burgos) para subir y bajar de la Meseta Norte a Cantabria por los Valles Pasiegos. 172 kilómetros, más de 4.o00 metros de desnivel, prácticamente ni un centímetro llano y, salvo el Picón Blanco, con puertos largos pero sin demasiado desnivel.
Como arranca en Burgos primero asciende Estacas de Trueba por su vertiente más sencilla. Un tercera que dará paso al Alto de la Braguía (también un tercera) y Alto del Caracol (2ª) que ya se subió en la etapa del miércoles en sentido contrario. Hasta ahí terreno de desgaste y de fugas. Desde allí se pueden lanzar la carrera, tanto como para dar la vuelta al podio de La Vuelta a poco que fallen los equipos. Un territorio perfecto para emboscadas y tácticas donde no siempre obtiene beneficio el más fuerte, sino el conjunto que mejor sepa plantear la batalla.
El Portillo de Lunada (1ª) con sus 14 kilómetros al 6% puede romper la carrera. Por delante y si terreno para recuperar, todavía quedaría el Portillo de la Sia (2ª), el Puerto de los Tornos (1ª) y con más de 12 kilómetros de ascensión. En la cima se vuelve a la provincia de Burgos, así que hay un ligero descenso y una decena de kilómetro llanos antes de subir el Picón Blanco, con sus ocho kilómetros por encima del 9% y un tramo central que no baja del 14. Seguramente, la carrera acabará con los ciclistas dispersados de uno en uno por el puerto burgalés.
Desde la meta habrá un largo traslado a Madrid para afrontar la crono del último día. Arranca por la tarde y son 24 kilómetros prácticamente planos entre el distrito Telefónica, que está en la zona norte de la capital y la Gran Via, la sede mítica de Teléfonica. Todo para celebrar los cien años de vida de la compañía. Por el camino calles anchas y solo algunos repechos, como el de la Castellana o el propio de Gran Via. Un día para especialistas que le viene como anillo al dedo a Roglic, pero ojo, que es mucho aventurar tal y como está discurriendo esta Vuelta 2024.