La Vuelta 2025 se vuelve vintage

Escrito por Luis Ortega @ciclored

La Vuelta 2025 cumple el 90 aniversario de la primera edición y para celebrarlo ha decidido desempolvar los recorridos de antaño y recuperar puertos casi olvidados. La Vuelta olerá a ciclismo de cambio mecánico y rastrales en Cerler, Valdezcaray, Morredero, Pal o la Bola del Mundo, que llevaban más de una década sin aparecer. Las rampas más duras volverán a ser las del Angliru, que estrenó el Chava en el 2000. No hay puertos nuevos, solo los de las cuatro primeras etapas entre el Piamonte italiano y los Alpes franceses, pero sin estridencias.

La Vuelta nació en 1935. Desde entonces han pasado 89 años, pero la edición de 2025 será la número 80. Se paró por la Guerra Civil y por los problemas económicos y organizativos de los 40. Estuvo a punto de quedarse varada en los 70, pero ahora se ha convertido en un evento de relevancia mundial que suma por segundo año consecutivo una salida fuera de las fronteras españolas. Esta vez será en el Piamonte italiano, la región de Coppi y Saronni, que en tres años ha tenido el inicio de Giro, Tour y Vuelta y que asegura que el retorno económico que da el ciclismo es tan alto que les merece la pena llevarse que el 23 de agosto la ronda española parta de Torino y dispute tres etapas por su territorio.
En la segunda ya habrá final en alto, un segunda largo y sin grandes desniveles y en la tercera se acerca a los Alpes también tiene un final complicado para los velocistas.

El cuarto día se sabía que la carrera partía de la ciudad italiana de Susa, al pie del Colle de la Finestre y del infinito Iseran. Dos puertos demasiado duros para inicio de carrera, por eso La Vuelta ha optado por la opción menos complicada, Montgenevre y Lautaret, igual que en el Tour 2024, pero luego larguísimo descenso hasta Voiron, cerca de Grenoble, donde cogerán un avión hacia España para evitar un día de descanso.

Pirineos y la Cruz de la Demanda

La Vuelta retorna a España con su formato más corto. Una crono por equipos tardía en Figueras, para que de tiempo de descansar a los corredores y a los auxiliares a llegar a tiempo por carretera. Serán solo 20 kilómetros y prácticamente planos, con lo que tendrán menos consecuencias en la general que una crono individual.

El jueves 28 de agosto comienzan los homenajes a los puertos históricos. La razón por la que La Vuelta reunió en su presentación a Tamames, Lejarreta, Jalabert, Zulle, Pino, Perico, Olano, Heras, Aru, Contador, Nairo Quintana y Chris Froome, los dos únicos que todavía sigues en activo. Será con la primera gran etapa de montaña con final en el andorrano Pal, donde ganaba el Chava a finales de los 90, previo paso de la Collada de Toses y La Comella. Al día siguiente más montaña pirenaica con el Port de Cantó de salida y luego el encadenado de Por de la Creu de Perves y Coll de la Espina antes de entrar en Aragón y subir a Cerler, que se convirtió en leyenda en los ochenta con Perico, Marino, Fabio Parra, Lucho Herrera y compañía, y que permanecía ‘olvidado’ desde hace más de 20 años.

La carrera se tomará ‘descanso’ para los escaladores el sábado 30 de agosto con el final llano de Zaragoza, que ha recibido en 49 ocasiones la carrera y que siempre promete abanicos a poco que le de al cierzo por soplar. Será un pequeño paréntesis para los velocistas, que solo van a encontrar cuatro etapas llanas en la Vuelta 2025. Porque al día siguiente vuelve la montaña con otro final de antaño, Valdezcaray. A la cima riojana se llega en una jornada sin dificultades y no es el puerto más duro, pero allí han ganado escaladores puros como Cubino, Farfán o Purito y cimentaron su victoria en la Vuelta Marco Giovanneti y Melchor Mauri.

Habrá descanso el lunes uno de septiembre y La Vuelta retoma la carrera al día siguiente con otra etapa unipuerto, esta vez para despedir los Pirineos en la cima de Larra Belagua, donde ganó Remco Evenepoel en 2023 pero esta sin dificultades previas y en un puerto que casi todo el pelotón puede subir ‘a plato’

País Vasco, Cantabria y las etapas asturianas

La Vuelta retornó al País Vasco hace más de una década y lo hizo incorporando el Alto del Vivero, que se ha convertido en referencia para la carrera española y para el Tour de Francia, que en 2023 lo tomó prestado para lanzar la Grande Boucle junto a Pike Bidea. La undécima etapa de La Vuelta será similar al inicio del Tour, con salida y meta en Bilbao, bucle por las cimas de Vizcaya pero esta vez con doble paso por El Vivero antes de Pike Bidea a solo ocho de meta. Un día que puede ser más complicado de lo que parece.

Igual que la etapa cántabra del día siguiente. Con paso por el Puerto de Alisas de salida y con la cima de la Collada de Brenes a sólo 20 kilómetros de la meta de Corrales de Buelna. A eso le puede unir que la bajada del puerto cántabro es más que complicada, sobre todo con agua, y tienes el cocktel de una etapa que se acaba complicando cuando parecía un día más sencillo.  Porque además da paso a las dos jornadas asturianas de La Vuelta. Esta vez serán el viernes 5 y el sábado 6 de agosto.

Vuelve el Angliru en la que será su décima presencia en La Vuelta desde aquella mítica del 99 con el Chava Jiménez. Lo hace con una etapa larga para los tiempos actuales, 200 kilómetros, y pese a que de inicio no hay puertos importantes desde la salida en Cabezón de la Sal, en los últimos cincuenta kilómetros hay dos primeras, Mozqueta y Cordal, previos al mítico Angliru.

Al día siguiente llega quizá la etapa más complicada de La Vuelta porque es muy corta, solo 135 kilómetros y con más de 4000 metros de desnivel. Será difícil de controlar porque el tercera Tenebreo ya es un puerto con grandes desniveles, igual que la parte final de la subida a San Lorenzo, cuando la carretera se pone siempre por encima del 10%, además la bajada no es nada sencilla para enlazar con La Farrapona. Un puerto largo de casi 20 kilómetros y con un final complicado que sirvió a Contador en 2014 para derrotar a Froome en aquella Vuelta, la única ocasión que pudo el de Pinto con el británico. Un día para los velocistas con final en Monforte de Lemos servirá para dar paso al último día de descanso de La Vuelta.

Galicia, Morredero, Crono y La Bola del Mundo

Esta vez la última semana de La Vuelta no es tan dura como las anteriores. Bueno, no es tan extrema como la de 2024, en la que no hubo ni final para velocistas en Madrid, pero tampoco quiere decir que sea sencilla. De salida la ‘Etapa-Lieja’ que se suele sacar de la manga Óscar Pereiro en Galicia y que ya cambió el podio en La Vuelta de 2021. 170 kilómetros, más de 4.000 metros de desnivel, ni un centímetro llano, tres puertos de montaña y final en el Alto de Herville en Mos. Al día siguiente, miércoles 10 de septiembre, una etapa corta por la montaña leonesa con terreno más que complicado antes de la subida final a Morredero. Un puerto largo de más de 20 kilómetros con algunos tramos duros por encima del 10% y un final más tendido al que no se ha vuelto desde 2006, cuando ganó Valverde y que solo había sido final en otra ocasión en el 97 cuando venció Roberto Heras.

La crono de Valladolid, de 26 kilómetros y totalmente plana imita en parte a la de 2023, que fue clave para la victoria de Sepp Kuss. Será el tercer esfuerzo consecutivo para los hombres de la general y dependiendo de quién esté peleando por llevarse la carrera puede suponer un vuelco con solo un día para solventarlo. Por el viernes 12 de septiembre los velocistas se jugarán su tercer sprint en Guijuelo y a los de la general solo les restará la etapa reina de La Vuelta.

La carrera retorna a La Bola del Mundo. La cima fue el sueño húmedo de los organizadores durante años y solo consiguieron dos veces, en 2010 y 2012, que la carrera acabase allí antes de bajar a Madrid. En ninguna ocasión fue decisiva para la general. Nibali ya la tenía asegurada en 2010 pese a que aquel día ganó su máximo rival, Ezequiel Mosquera y en 2012 Alberto Contador tenía margen suficiente sobre Purito después del día de Fuente Dé y dejó tiempo a la escapada para que no hubiese bonificación. Ha pasado más de una década y La Bola ha pasado a ser un puerto vintage. Vendrá precedido de una etapa realmente dura con La Escondida, La Paradilla, el Alto del León y doble paso por Navacerrada, primero por la vertiente segoviana de las Siete Revueltas y después desde el lado madrileño de Becerril de la Sierra. Sumado a los tres kilómetros al 13% de La Bola lo convierten en un puerto de más de 20 y que puede ser decisivo para vestir de rojo al ganador en Madrid.