Sepp Kuss y la paz del Angliru

Escrito por Luis Ortega @Ciclored

Sepp Kuss no es Andrea Carrea, pero solo porque los tiempos han cambiado. El italiano, en el Tour de 1952, lloraba desconsoladamente en la meta de novena etapa con final en Lausana. Se había vestido de amarillo por meterse en una escapada bidón. Su líder era Fausto Coppi y para él una deshonra portar la túnica dorada siendo un gregario y con su ‘jefe’ en carrera. Coppi le consoló en meta y él, ante la prensa, limpió sus zapatillas para dejar claro que no iba a ir contra su líder. Al día siguiente tocaba se llegaba a Alpe d’Huez por primera vez. Allí ganó Coppi, se vistió de líder y restableció el orden natural del ciclismo para honra de Carrea, que aún así acabó sexto ese día y noveno en el Tour.

Hasta La Vuelta 2023, el papel de Sepp Kuss en el Jumbo Visma había sido el de Carrea. Siempre a la sombra de Roglic o Vingegaard, dependiendo la ocasión. Las estadísticas decían que con el americano como gregario el equipo había ganado todas sus vueltas de tres semanas. Las tres Vueltas de Roglic, 2019, 2020 y 2021, los dos Tours de Vingegaard, 2022 y 2023 y el Giro de Roglic en 2023. Sin Kuss no había hueco en lo más alto del podio para un ciclista de la factoría Jumbo. Por el camino había tiempo de sumar triunfos parciales en la Vuelta 2019 y en el Tour 2021, pero con una libertad vigilada. Sin perjudicar las opciones de su ‘jefe’.

Muchas veces la habían preguntado si quería ser líder. Tenía oferta millonarias de otros equipos. Dejar Jumbo y tener una nómina de ciclistas a su servicio. Las había descartado. Se lo propuso hace tiempo y alguna vez dijo que no era tan fácil aguantar tantos días. Que él siempre tenía uno o dos días malos en los que necesitaba descansar. Por eso en La Vuelta de 2023 no solo tenía un líder, sino dos, Roglic y Vingegaard. Su trabajo en la salida de Barcelona era ser el último hombre de ambos en la alta montaña y que la carrera decidiese quien de los dos debía ayudar al otro. Por eso cuando en la primera llegada en alto en Arinsal, Sepp Kuss perdió 13 segundos, nadie se preocupó por él. Todo normal.

Tampoco generó demasiado estrés entre sus rivales que se filtrase en la escapada camino de Javalambre en la sexta etapa. Su misión, igual que la de Marc Soler y Mikel Landa, era provocar que el Soudal Quick Step del líder entonces Remco Evenepoel se exprimiese para ver su nivel real. La jugada salió redonda. No solo el equipo belga se desfondó, sino que el propio Evenepoel se descolgó de Vingegaard, Roglic y compañía. A Kuss le dió para llevarse la etapa, ganarse una ventaja de 3:00 minutos con respecto a los favoritos y quedarse al acecho del maillot rojo, que vistió ese día Lenny Martínez.

 

De Xorret del Catí al Angliru

Desde la séptima etapa, Sepp Kuss era el mejor clasificado del equipo, pero tenía claro que su misión era proteger a Roglic y Vingegaard. No le hizo falta trabajar mucho el día de Xorret del Catí. En el alto alicantino fue Evenepoel el que tomó la responsabilidad. Puso un ritmo para intentar descolgar a los favoritos de la general, pero solo consiguió que se quedase Lenny Martínez y que el maillot rojo fuese a las espaldas del americano.

La Vuelta se quedaba con Kuss como líder y con Evenepoel, Roglic, Vingegaard, Más y Ayuso a más de 2:20. Esa diferencia, en los tiempos modernos, es un mundo. Sobre todo porque muchos esperaban que el americano sucumbiese en la crono de Valladolid. Pero eran solo dos decenas de kilómetros planos y Sepp hizo la crono de su vida. 10 segunditos más que Vingegaard, 20 peor que Ayuso y menos de un minuto que Roglic y Almeida. Solo Remco le pudo endosar 1.15, pero todavía estaba a más de un minuto en la general.

Había superado la primera reválida. Ese día en sala de prensa le pregunté. ¿Sepp, si el día del Tourmalet hay ataques desde lejos, quién tiene que trabajar, Roglic, Vingegaard que están lejos en la general, o tú, que eres el líder? Todavía no pensaba en La Vuelta, porque no sabía ni el tiempo que sacaba a sus compañeros de equipo, pero deslizó otra estrategia. “El que peor clasificado está es Vingegaard. Puede jugar desde Spandelles porque no tiene nada que perder“. Pero nunca llegó a decir que él, con el maillot rojo, se iba a poner a tirar del pelotón si se escapaba Remco Evenepoel o Enric Mas.

Lo que sucedió camino del Tourmalet abrió las puertas de la victoria de Kuss en La Vuelta. La pájara de Remco Evenepoel dejó sin ‘rivales’ al trío de Jumbo. El americano aguantó sin problemas entre el resto de favoritos. Cuando arrancó, a dos de meta, nadie pudo seguirle y recortó en más de 30 segundos el minuto que se había ganado Vingegaard atacando desde lejos. Roglic entró después a tres segundos. Triplete del Jumbo en la etapa reina de La Vuelta y en la general provisional. Con Kuss líder, el esloveno a 1.37 y Vingegaard a 1.44. El resto de rivales, con Ayuso a la cabeza, a más de 2.30.

Con este margen, con dos compañeros de equipo escoltándote en la general y con el resto de los equipos y rivales sin fuerza para poner la carrera patas arriba, solo una debacle física repentina podía quitarle La Vuelta a Kuss. Porque al día siguiente el UAE lo intentó en Larrau, pero Ayuso no consiguió soltar a ninguno de los favoritos. Llegaron todos juntos a la meta de Belagua, igual que la día siguiente en Lekumberri.

El día de descanso había rueda de prensa. Roglic y Vingengaard no dijeron que iban a atacar a Kuss pero el americano reconoció que ambos iban a ser rivales por La Vuelta, pero “buena gente”, que no quería regalos y que ganaría el más fuerte. La traducción, que no iban a trabajar para él y que tendría que sacarse las castañas del fuego si había problemas.

El gran problema llegó al día siguiente, en la subida a Bejes. Rampas imposibles después de una etapa llana. Vingegaard atacó desde lejos. Buscaba la general, para ganar la etapa le valía con los últimos kilómetros. En el grupo de los favoritos nadie intentó seguir al danés, a sabiendas de que era prácticamente imposible llegar junto a él. Se pararon, la ventaja creció. Kuss no podía ponerse a tirar porque iba un compañero delante, tampoco Roglic. Solo podían esperar que los movimient9s de los rivales se convirtiesen en aliados. El asunto se resolvió con un minuto de ventaja del danés sobre ambos, que pasaba al esloveno en la general y se quedaba a solo 30 segundos de Kuss. Movimiento lícito. Si, pero a medias. En el ciclismo normalmente nunca se ataca al líder si es de tu equipo y menos si los rivales están tan lejos en  la general. Casi nadie lo vio bien y la presión se echó encima del equipo holandés.

El Angliru iba a marcar La Vuelta 2023, aunque nadie se esperaba que en la lucha entre los tres compañeros del mismo equipo. A Remco Evenepoel, el último de la escapada, lo atraparon mediado el Angliru. Habría bonificaciones y más problemas para el Jumbo. Lo mejor que le pudo pasar al equipo es que el Bahrein de Mikel Landa quisiera ganar la etapa. El trabajo de Wout Poels lo tapó todo, porque Kuss, Roglic y Vingegaard se habían quedado sin gregarios. Cuando arrancó Landa, a tres de meta, los tres le siguieron. Paró, volvió a entrar Poels y cuando se descolgó puso ritmo Roglic. Se quedó Landa, aguantaron Vingegaard y Kuss. Durante unos segundos era el momento perfecto. Pero Roglic no levantó el pie cuando Kuss dijo por el pinganillo que no podía más. Se fue, con Vingegaard a rueda. Soltaron al líder que era de su mismo equipo cuando ya no tenían rivales alrededor.

La Vuelta de Kuss la salvó Mikel Landa, que llegó por detrás, trabajó para recortar distancias con los dos compañeros del americano y no se metió en el sprint por la bonificación de cuatro segundos que acabó siendo decisiva para que Kuss conservase el rojo por solo ocho segundos. La imagen del Jumbo de cara al exterior estaba empañando una victoria histórica. Triplete en el podio de La Vuelta y las tres grandes Vueltas ganadas por tres corredores diferentes de un mismo equipo. En el Angliru se selló la Paz. Todos con Kuss, salvo que la debacle fuese mayúscula.

Por eso al día siguiente, en la Cruz de Linares, se dejó marchar a la escapada para que las bonificaciones no supusiesen un problema. Vingegaard estaba a solo 8 segundos de y en meta se daban 10. Por si acaso, el danés perdió nueve segunditos más. Todo resuelto. Iscar y la Sierra de Guadarrama pasaron sin sobresaltos. La foto de los tres entrando en la línea de meta de la penúltima etapa cogidos de la mano será histórica, igual que la intrahistoria de una pelea que hace realidad la frase del político italiano, Giulio Andreotti: “En la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido”. Posiblemente el éxito absoluto del Jumbo haya roto el equipo para la próxima temporada.