Esta victoria es increíblemente motivadora. Me ha empujado a fijarme nuevos objetivos, como el maillot de Campeona del Mundo. Ganar el Tour me ha hecho creer de nuevo que con paciencia, trabajo duro y un poco de suerte, todo es posible.
Los pasos hasta la victoria
Antes de esto, tenía la sensación de estar siempre cerca, pero no del todo: segundo o tercer puesto, siempre en el podio, pero nunca en el escalón más alto. Sabía que estaba en la mejor forma posible, pero parecía que siempre me faltaba algo. Este año, por fin, eso cambió.
El Tour de France Femenino avec Zwift es una carrera en la que innumerables factores influyen en el resultado: la dinámica de los equipos, las listas de los equipos rivales y la pura suerte. Este año, todo parecía alinearse perfectamente para nosotros. Incluso con las caídas de las primeras etapas, el equipo nunca perdió su espíritu. Perder a nuestra compañera Elise Chabbey fue un duro golpe, pero nunca nos desviamos de nuestro objetivo.
Feroz competición y la batalla más dura
Este año la competición ha sido intensa. Todos los días, a medida que avanzábamos por el pelotón, era palpable la sensación de que todo el mundo estaba esforzándose al máximo. Podíamos medirlo: todas estábamos estableciendo récords personales de potencia y velocidad. Eso demuestra lo mucho que esta carrera significa para todas».
Después de siete agotadores días de carrera, nos enfrentamos a las montañas más grandes. Esa etapa fue una de las más duras, con un desnivel interminable y la acción comenzando desde la penúltima subida. Cuando Demi Vollering atacó, no tenía piernas para responder. En ese momento, sentí como si todo por lo que había trabajado se hubiera esfumado. Todos mis sueños y objetivos parecieron desvanecerse en una fracción de segundo.
Pero entonces llegamos al descenso y conseguí recuperarme. Reposté, recuperé la confianza en mí misma y me centré en recortar distancias con el grupo de Demi. Después de comer en el descenso, encontré fuerzas para apretar en la subida final. Para ser sincera, fue la batalla más dura que he librado en mi vida. Estuve sufriendo tanto tiempo que parecía que no iba a acabar nunca. Odié cada minuto. Pero cuando crucé la línea de meta y me di cuenta de que había ganado, todo el dolor desapareció. Todo lo que quedaba era pura euforia.
Alpe d’Huez
Al acercarme a las etapas finales, especialmente a Alpe d’Huez, sabía que todo dependería de mis habilidades como escaladora. Las subidas largas son algo en lo que he estado trabajando. Mi entrenador y yo habíamos ajustado mi plan de entrenamiento específicamente para este tipo de sufrimiento. Sabía que las sensaciones eran cruciales, y puede que lo echara a perder en la penúltima subida porque llegué a un punto bajo. Pero cuando llegamos a Alpe d’Huez, estaba concentrada en tener energía suficiente para dar lo mejor de mí.
Alpe d’Huez es una subida larga, y la clave es ir a tu ritmo. Fui a mi ritmo hasta que faltaban unos 6 kilómetros, sabiendo que serían unos 25 minutos de puro sufrimiento. En ese momento, mi única opción era apretar al máximo y ver qué pasaba. Es un estado súper incómodo saber que lo único que puedes hacer es darlo todo y esperar que sea suficiente. Mi estrategia era simple: ganar tiempo y conservar el maillot amarillo. Admito que tenía algunas dudas sobre si podría mantenerlo, pero confiaba plenamente en mi capacidad para esforzarme al máximo, así que me atuve a ella.
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Aprendiendo de la experiencia
Las ediciones anteriores del Tour de France Femenino me han ayudado mucho a crecer como ciclista. Cuanto mayor te haces, más madura y experimentada te vuelves, y eso es algo que sólo se gana con el tiempo. Conocer el recorrido y los retos a los que nos enfrentaríamos antes de empezar mi preparación fue crucial.
Mi entrenador y yo elaboramos un plan que giraba enteramente en torno al Tour y a los Juegos Olímpicos. Después de la temporada de clásicas, concentré toda mi energía en orientar mi entrenamiento hacia esos objetivos. Es increíblemente gratificante y asombroso decir que conseguimos lo que nos habíamos propuesto. Pero no fue sólo mi éxito, sino el de todo mi equipo, entrenador, amigos, marido y familia. Ojalá pudiera subirlos a todos al podio conmigo, porque todos han contribuido a esta victoria.
Importancia del trabajo en equipo
Tener un equipo que te apoye, sea cual sea el resultado, es vital. Llevo ocho temporadas con mi equipo y hemos creado un vínculo muy estrecho. Nos conocemos muy bien, y fue increíble ver a mis compañeros tan comprometidos con nuestro objetivo común. Incluso cuando las cosas no salían como queríamos, todos éramos duros con nosotros mismos y estábamos decididos a mejorar al día siguiente. Ese compromiso y esa energía se extendieron por todo el equipo como un reguero de pólvora.
A medida que avanzaba el Tour, pasamos por momentos difíciles, pero esos momentos nos hicieron más fuertes y alimentaron aún más nuestra sed de éxito. En la última etapa, cuando se produjo la escapada, mi equipo hizo un trabajo increíble para cerrar la brecha. Estuvieron conmigo en las últimas subidas, animándome por radio y asegurándose de que no me sintiera solo.
En el ciclismo, la atención se centra a menudo en el ganador individual, pero la verdad es que se trata de un deporte de equipo. Tanta gente trabaja incansablemente entre bastidores -fisioterapeutas, mecánicos, directores deportivos y gestores- que todos desempeñan un papel. Mi equipo fue increíble y les estoy muy agradecida. Juntos hemos escrito otro capítulo de la historia, y eso nos ha unido aún más. La unidad y el entendimiento dentro de un equipo son muy importantes.
Inspirando a la nueva generación
Espero que mi victoria anime a más gente, especialmente en Polonia, a subirse a una bicicleta. El ciclismo sigue siendo un deporte relativamente pequeño allí, pero ya he visto un cambio. La gente me etiqueta en las redes sociales diciendo que han empezado a montar en bici gracias a mí o que quieren probarlo. Eso significa mucho para mí.
De niña me inspiraban los atletas polacos y siempre soñé con ser como ellos. Ahora espero que, con este resultado, veamos a más ciclistas polacos participar en grandes carreras por etapas o que más gente se active y pase su tiempo al aire libre.
¿Qué es lo siguiente?
Después de un periodo de preparación tan largo hasta llegar a los grandes objetivos del verano, voy a tomarme un poco de tiempo libre. Tengo un par de días de prensa, pero después pienso desaparecer un poco del radar. Mi marido y yo probablemente nos vayamos a Polonia a pasar un tiempo con la familia. Pero no tardaré en volver a entrenarme y prepararme para el Campeonato del Mundo. Sólo me queda un gran objetivo antes de que acabe la temporada.
Todavía me cuesta hacerme a la idea del impacto que tiene esta carrera en el ciclismo femenino. El Tour de France Femenino aporta un nivel de atención y emoción sin parangón en este deporte. Es emblemático y tiene una rica historia, y aunque el ciclismo femenino todavía está escribiendo su propia historia, formar parte de una carrera tan legendaria es algo especial.
Creo que esta carrera ha elevado el nivel de la competición en el pelotón. Todos pedalean más duro, luchan por su momento de protagonismo, y eso eleva el nivel general de la carrera. Después del Tour de France femenino cualquier otra carrera se queda pequeña en comparación. Es difícil que cualquier otro evento pueda igualar la expectación y la atención que despierta esta carrera, excepto quizá las clásicas, pero esas tienen un formato totalmente diferente.
De cara al futuro, creo que dentro de unos años podríamos estar compitiendo hasta 14 días, con un pelotón aún más fuerte y más equipos profesionales persiguiendo esas ganancias marginales que marcan la diferencia. El futuro del ciclismo femenino es brillante, y me entusiasma formar parte de él.