Gran Fondo Clasica Jaén. Sterrato y desnivel

Escrito por Luis Ortega @Ciclored

A veces, noventa kilómetros y 1.600 metros de desnivel son más de lo que parecen. Si en esa ecuación combinas más de 40 kilómetros de sterrato y muchas rampas de dos dígitos te sale como resultado la primera edición de la Gran Fondo Clásica Jaén Paraíso Interior, que escondía en su interior tantas emboscadas casi como distancia.

El plan era inmejorable. En 2022 se estrenó la carrera profesional Clásica Jaén entre Baeza y Úbeda, las dos ciudades Patrimonio de la Humanidad de Jaén y que distan entre sí solo 8 kilómetros. Para 2023 se repetía la carrera pro el lunes 13 de febrero, esta vez entre Úbeda y Baeza, con sus 180 kilómetros y 3.000 metros de desnivel y se incorporaba el domingo 12 de febrero la versión cicloturista, con la mitad de kilómetros y algo más del 50% de las subidas de la carrera pro. Eso sí, con todos los tramos de sterrato, menos la rampa final del último, Virgen de la Salud. Un finde largo, sábado para probar el sterrato y conocer las dos ciudades, domingo cicloturista y el lunes a ver a Pogacar y compañía por el mismo terreno que nosotros.

El Sterrato cansa

Rumbo a Úbeda y lo primero, bicis al sterrato y a rodar, que tenía la compañía de Juan Pablo González, ex corredor del Novo Nordisk sub23. Desde el mirador que hacía de salida se veía a lo lejos Sierra Mágina y demasiado desnivel. Pero bueno, había que probar. Optamos por solo el primero, Marimingo, que ya se hizo en 2022. Y claro… cuando bajas por el asfalto a 70 por hora casi sin dar pedales suele suponer que cuando giras para afrontar el camino de tierra, va a estar empinado. Buen piso, terreno compacto, pero rampas del 15%. Ambos con bicis de carretera y cubierta de 28. Suficiente para no patinar. Retorno a Úbeda y después a Baeza. En solo 40 kilómetros casi 1.000 metros de desnivel.

Por la tarde, fiesta en la recogida de dorsales de la Gran Fondo Clásica Jaén. Tienda Whim con cafetería/cervecería, dj, música, un montón de ciclistas para hablar, consumición gratis y cerveza Kwaremont (si, la del Tour de Flandes). Lo que suele ser un trámite se convirtió en un rato más que agradable en ambiente ciclista.

El domingo por la mañana hacía fresco, aunque la salida desde Úbeda era a las 09.30. La ubicación, la plaza del Parador, monumento histórico. El mismo lugar que la meta de 2022 y la salida de los pros al día siguiente. Unos 250 ciclistas y todas las opciones. Desde los que llevaban gravel con ruedas con tacos, a carretera con cubiertas de 25. Desde los que iban abrigados que solo se les veían los ojos, a los que se conformaban solo con un culotte corte, un maillot de verano y un chubasquero. Eso sí, el chaleco que regalaba la organización con la inscripción, color verde mar de olivos, venía de lujo para mantener el calor.

Salida neutralizada hacia el primera tramo de sterrato y en cuanto el coche de la Guardia Civil puso velocidad de crucero… puesto todo roto. Los 5,4 kilómetros de tierra de Marimingo más el repecho de asfalto de después daban paso a una bajada para girar a la izquierda y afrontar el tramo de Valdeolivas, 5,4 kilómetros de tierra con rampas del 15% y ese puente que se hizo famoso en 2022, por el que algún pro tuvo que echar pie a tierra. Paso por los adoquines de las salida de Úbeda y en el kilómetro 30 un reagrupamiento para que aquello no se estirase demasiado.

Para acceder al tramo de Ubbadat, con sus 11 kilómetros de tierra, el más largo de todos, había que subir tres kilómetros de asfalto con rampas del 12%. Ubbadat estaba en la zona norte de Úbeda, con el avituallamiento en la mitad y la única bajada en tierra de toda la marcha. Terreno compacto, bici de carretera, cubierta de 28 y sin problemas.

Bajada por asfalto hasta Rus y Canena, giro a la derecha y allí conocimos al viento jienennse, que se había autoinvitado a la fiesta. Soplaba desde el sur, asi que los kilómetros finales casi siempre pegó de cara. Quedaba un puerto de asfalto para llegar a Ibros y desde allí afrontar el tramo de Antonio Machado, con 3,5 kilómetros y una rampa de más de dos al 12%. La dureza, pues solo un apunte, es donde Pogacar rompió la carrera al día siguiente.  Desde allí solo nos quedaba el tramo final, el de Cruz de Jaboneros. Largo, casi 5 kilómetros, pero prácticamente plano. Había que bajar a Baeza para entrar en la ciudad por los adoquines, atravesar la muralla y terminar en el mismo lugar que la carrera profesional.

Comida final al sol de Baeza, para esa hora ya era más que agradable, y ratos de charleta ciclista sobre sterrato, muros y a ver quién podía hacer ‘cara’ a Pogacar en un terreno tan duro al día siguiente. Como pudisteis ver por la tele… nadie.  Y claro, a especular sobre el recorrido de la Gran Fondo Clásica Jaén de 2024, que si es en sentido contrario esperan unos repechos duros, duros al final.