Ciclismo de Ultrafondo. Cuando con unos kilómetros no vale

Escrito por Luis Ortega @ciclored

El ciclismo tiene una virtud/defecto, que siempre se puede ir más allá. Ahora mismo si pregunta a cualquiera sobre cuanto dura una etapa te responderá que entre 150 y 220 kilómetros de media. Sin embargo cuando nació este deporte se corría sobre más de 300 kilómetros. El siguiente paso, claro está, fue aumentar la distancia. Burdeos-París, París-Brest-Paris…. pasar lo barrera de los 1.000 kilómetros. Y claro, también con espíritu competitivo. Así nació el ciclismo de Ultrafondo.

Y que se puede considerar ciclismo de ultrafondo. Pues ahora mismo no hay una distancia que lo marque. Las brevets (carreras no competitivas de la disciplina) son de 200 kilómetros en adelante y te puedes encontrar barbaridades como la Race Across América, que como su nombre indica consiste en atravesar Estados Unidos de costa a costa.

Aunque ahora mismo muchas de las pruebas de ultrafondo no son competitivas, su nacimiento si estuvo dentro del mundo del ciclismo profesional.  La Burdeos París, creada en 1891 fue una de las precursoras. 600 kilómetros y con ganadores ilustres como Garin (primer vencedor del Tour de Francia), Pelissier, Kubler, Tom Simpson, Anquetil o en sus últimas ediciones Gilbert Ducloss Lasalle. La última edición fue en 1987.

BREVETS RANDONNEURS

Otra de las míticas, París-Brest-Paris, de 1.200 kilómetros también empezó como carrera profesional en 1891 y así duró hasta 1951. Sin embargo en 1931 arrancó la versión cicloturista de la prueba, creada por el Audax Club Parisien. La idea era hacer el mismo recorrido pero de forma randonneur, es decir, sin apoyos en carrera, con tráfico abierto y para ciclistas no profesionales. Y esta versión es la que ha permanecido en el tiempo, con pruebas cada cuatro años. La próxima edición se disputará en 2019.

Para llegar a cubrir una distancia como 1.200 kilómetros la organización consideró que cualquiera no podía estar preparado. Por eso comenzó a exigir una ‘carta’ que certificase estar en condiciones adecuadas. Y que mejor que demostrarlo sobre la bicicleta. Había nacido los brevets, de 200, 300, 400, 600 y 1.000 kilómetros.

Un brevet es una marcha personal. Dispones de un límite de tiempo para cubrirla y tienes que hacerlo por tus propios medios. La única asistencia que puedes recibir es en los puntos de control habilitados y el resto es cuestión del ciclista. No hay competición, el caso es acabar en el tiempo establecido. Se recuperaba así el valor inicial del ciclismo de finales del siglo XIX y principios del XX, el que salir a la carretera y rodar era una aventura personal.

Para participar en la París-Brest-París o en su versión española, la Madrid-Gijón-Madrid, se necesita haber cubierto al menos un brevet de 600 kilómetros el año anterior. Eso sí, aunque son de las más famosas, puedes encontrar brevets en más de 50 países del mundo, los que están asociados a la Brevets Randonneurs Mondiaux.

CARRERAS ULTRAFONDO

Los formatos de carrera de ultrafondo no tuvieron regulación federativa en España hasta 2017. Antes se disputaban pruebas, pero con carácter privado y sin reconocimiento institucional. El concepto es esta modalidad si es competitivo, aunque su forma de correr nadie tiene que ver con el ciclismo habitual.  En primer lugar porque muchas de las pruebas se disputan en circuitos cerrados y sin coches de asistencia.

En España las competiciones de Ultrafondo suelen ser de 12 o 24 horas en un circuito cerrado de velocidad. Vale cualquiera utilizado por el motociclismo. Cheste, Almería…  El tiempo está limitado y la clave es rodar el mayor número de kilómetros. El ganador, el que más distancia cubra.

La peculiaridad de estas pruebas que se disputan en circuito es que los corredores disponen de una zona de boxes para la asistencia, pero están obligados a pasar y parar en ella si quieren recibir ayuda de sus equipos. También que este tipo de carreras además de categoría individual también tiene opciones por parejas y conjuntos de 4 u 8 ciclistas, que se van pasando el testigo de uno a otro. Está permitido el drafting, es decir, ir a rueda, se tiene que hacer con bicicleta de carretera convencional (sin acoples) y algunos se han convertido en multitudinarios, como el de Le Mans, en Francia.

Están reguladas por la World Ultracycling Association, que no solo da cobertura ‘federativa’ y normativa a las pruebas, sino que también es la encargada de certificar los récords de determinadas distancias como el Camino de Santiago.

En circuito, pero sobre una carretera cerrada al tráfico, se celebran el Campeonato del Mundo de Contrarreloj Ultrafondo 24 horas en Borrego Springs (California, EEUU). Aquí cambian algunas reglas. Se utiliza bicicleta de contrarreloj y no se puede ir a rueda. Competición de individuos en solitario. También tiene las versiones de 6 y 12 horas.

Y precisamente en California se inicia la prueba reina del ultrafondo competitivo y la más famosa del mundo. La Race Across America (RAAM). Creada en 1982 consiste en atravesar EEUU de costa a costa. 4800 kilómetros que los más rápidos suelen realizar en ocho/nueve días. Se corre con tráfico abierto, bicicleta de contrarreloj y un equipo de apoyo que sigue al ciclista en todo el recorrido. Hay categoría individual, pero también por duos y equipos de cuatro y ocho.

Desde la primera edición, en la que solo participaron cuatro ciclistas hasta la actualidad su crecimiento y fama ha sido tal que hasta necesitan una fase de clasificación para poder participar en ella. El modelo traspasó fronteras y Austria organiza al Race Around Austria con incluso más desnivel y dureza acumulada (30.000 metros) en menos kilómeros, 2.200.