Las razones por las que amamos el Tour de Francia

Escrito por We Love Cycling

La edición 108ª edición del Tour de Francia ya está aquí y nuestra emoción está por las nubes. Después de un año y medio incierto para los eventos masivos de todo tipo, la comunidad ciclista respira con alivio al saber que la Grande Boucle se va a celebrar de verdad. La expectación nos produce escalofríos. ¿A qué se debe esto?

Sea cual sea el lado del espectáculo en el que te encuentres, ya sea como participante o como espectador, el Tour siempre ha estado envuelto en un tinte de irresistibilidad. Uno se siente parte de algo grandioso y duradero incluso cuando sólo mira desde la cuneta. La energía magnética del evento es muy contagiosa.

Tour de France
Las emociones del Tour son palpables. © Profimedia

Casi se podría comparar con un hermoso circo. Las “bestias” en las monturas parecen acaparar la mayor parte de la atención, pero hay muchos más actores que ponen en marcha todo el espectáculo, algunos más visibles que otros. Los auxiliares y los equipos de asistencia neutral en los coches de apoyo de Škoda, los comisarios de carrera que vigilan la acción del Tour, el director de carrera que agita una bandera desde el famoso Škoda SUPERB iV rojo terciopelo en algunas etapas y el Škoda ENYAQ iV en otras, los cientos de traajadores que cubren todo, desde el catering hasta la señalización de la ruta, y las decenas de miles de espectadores que ponen todo su empeño en hacer que el ambiente sea único.

Las ciudades y pueblos en ruta se enorgullecen de haber sido elegidos para el paso del pelotón y decoran, preparan y acogen todo el bullicio en consecuencia – como la francesa Nuits-Saint-Georges, que colgó sus calles con más de 400 pequeños maillots de ganador tejidos a mano en 2017 cuando el pelotón debía terminar allí. El mundo se detiene solo para escuchar el sonido del pistoletazo de salida, que lo pone en marcha de nuevo a una velocidad salvaje.

Didi Senft
Didi Senft, aka El Diablo, es parte del espectáculo. © Profimedia

Si es la primera vez que asistes al Tour, nada puede prepararte para lo que vas a vivir. Puede hacer los deberes y ver cientos de horas de comentarios e imágenes, leer montones de artículos y blogs de primera mano, y aun así no llegar a comprender la cantidad de emociones, los momentos asombrosos y la magnitud de lo que te vas a encontrar. Espera un hermoso caos que te hará sentirse agotado al final del día, pero que hará que no puedas conciliar el sueño por la noche debido a lo que va a pasar la mañana siguiente.

Cuando un corredor se cae, todos nos dolemos junto a él, como fue el caso de la espantosa caída de Philippe Gilbert en 2018. Cuando un corredor victorioso irrumpe en la meta, con las manos en alto y una mezcla de agotamiento absoluto y regocijo en su rostro, nosotros también sentimos las mariposas de la alegría, como Peter Sagan, conocido por sus travesuras en la línea de meta. Sabes de lo que estamos hablando, por eso nos encontramos cada año con el Tour, ya sea en la vida real o viéndolo en casa. Son tres semanas de emociones a flor de piel, pero por eso todos vivimos para ello.

Por el hermoso circo de este año, y por muchos más.