En el desierto también llueve. Épica etapa 4. Titan Desert 2020

Escrito por Luis Ortega @CicloredComunicación

La épica de la Titan Desert 2020 no vino por el calor y el desierto, sino por el frío, el agua, el viento y a veces el granizo de la subida al Alto de Velefique. La cuarta etapa estaba considerada como la decisiva con sus 110 kilómetros y 2.700 metros de desnivel, pero con disputar solo 56 de ellos, ya resultó épica y un auténtico reto para los bikers de la Titan. Que tendrán unos de los trofeos finisher más ‘caros’ de los últimos años.  

Y todo porque el clima del desierto de Tabernas cambia según la altitud. Lo que en la línea de salida del Mini Hollywood de Tabernas a 400 metros sobre el nivel del mar era viento fuerte, 15 grados y un ligera lluvia (a veces imperceptible) en la cima del puerto de Velefique, a 1.820 metros, se había convertido en lluvia incesante, huracán de viento, granizo a veces, niebla y 8º de temperatura. Desde ahí a los bikers les tocaba bajar otra vez hacia Tabernas por pistas. Era lo más peligroso, velocidad, curvas y frío en el cuerpo. Un cocktel que hubiese provocado caídas y que la organización decidió suprimir. La etapa finalizó en la cima de Velefique, cuando los ciclistas ya habían cubierto la mitad de la etapa y casi todos los metros de desnivel previstos. Suficientes para que los favoritos midieran sus fuerzas y un auténtico reto para el resto.

Parece raro que pueda hacer un día así en el desierto, pero La Vuelta España ha llegado en tres ocasiones al Alto de Velefique y en dos, 2007 y 2017, también estuvo lloviendo. Esta vez le sucedió a la Titan Desert en su debut en el puerto de la sierra de Filabres.

La etapa arrancó a todo trapo entre los favoritos. Sabían que se la victoria se iba a jugar hoy. No solo por la dureza de la etapa, sino porque la subida a Velefique tenía además un tramo cronometrado Škoda Challenge (que fue al final donde se situó la línea de meta) y que otorgaba al que pasara primero una bonificación de un minuto. Eran 16 kilómetros de ascensión con 860 metros de desnivel acumulado que aprovechó Sergio Mantecón para atacar y llegar primero con un tiempo de 56:35, 50 segundos mejor que David Arroyo  y casi dos minutos sobre Betalú, que sumados a la bonificación le dan el liderato por 44 segundos a falta de solo una etapa para el final.

Del Skoda We Love Cycling Jorge Lamiel llegó décimo en el grupo de Haimar Zubeldia, a dos minutos de Mantecón. Diego López en el puesto 30 y Tomi Misser en labores de gregario con Michaela Sekulova y Vanessa Serrano. Ambas por detrás de Claudia Galicia, que volvió a ganar la etapa y ya tiene una amplia ventaja en la general.

Y si para los primeros clasificados la etapa se había acabado en poco más de dos horas, para el resto iban a ser tres o más, lo que suponía incrementar el tiempo bajo la lluvia y el frío. Lo peor es que, aunque vayas subiendo, no puedes parar en ningún momento en esas condiciones, ya que se incrementar la sensación de frío. Consiste en pedalear el máximo tiempo posible y pelear contra el cansancio acumulado en las tres etapas anteriores para no entrar en hipotermia.

BAJAR… Y LLEGAR AL OASIS

De los primeros clasificados solo Indurain, en tono jocoso, dijo eso de “no me digas que hemos acabado aquí ya“. Aunque el crono se paraba en el alto de Velefique, todavía quedaba bajar a Tabernas. No iba a ser por las pistas de tierra previstas, sino por la carretera. Así que arriba no se podía estar demasiado tiempo para no quedarse frío. Tocaba secarse lo máximo posible con las mantas que tenía arriba la organización, abrigarse con lo todo lo que tuvieses a mano (incluso una manta térmica por dentro del maillot) y descender dando pedales por Velefique (hasta 15 curvas de herradura en sus primeros kilómetros de bajada).

Todo para salir de la nube que cubría la cima y poder empezar a entrar en calor. Algo que no sucedía hasta que se pasaba el pueblo de Velefique.  Desde allí, con dar pedales era suficiente para entrar en calor y llegar al Campamento, donde el día, con sus 18 grados, parecía totalmente diferente al de 40 kilómetros más arriba. Esta vez, el nombre de Oasis Mini Hollywood, con su ducha de agua caliente, se lo tenía más que ganado.