Es cierto que antes podría parecer así. Un Tour previsible que en los primeros diez días solo había que estar atento a las caídas y al resultado de la crono. Pero este ciclismo tiene a Pogacar y Evenepoel, que te la pueden liar en cualquier repecho perdido en el recorrido. Así que Vingegaard y Roglic, sus principales rivales a priori, no pueden estar tranquilos en el Mur de Bretaña ni en el Col de la Loze. Pero todavía es pronto para hablar de nombres, que luego la temporada deja percances como los de Pogacar en 2023 o sus tres rivales en 2024, que acaban modificando lo que se pensaba en octubre al salir de la presentación del Tour. Para evitarlos el Tour también ha cambiado algo, no habrá etapas de montaña con finales en bajada, todas acabarán en alto. Puy de Sancy, Hautacam, Superbagneres, Mont Ventoux, Col de la Loze y La Plagne.
Diez días de cotas y una crono
Lo que si estaba claro es que, por geografía, la estructura del Tour iba a ser muy distinta a la de 2023 con inicio en Bilbao y la de 2024, que acabó en Florencia y finalizó en Niza. Partirá el sábado 5 de julio de Lille. Eso ya se anunció hace más de un año y en las primeras tres etapas sabíamos que no había adoquines, pese a que los tramos de Roubaix están a tiro de piedra. Demasiado tensión para un inicio del Tour, que ya de por sí es una jaula de grillos.
En las tres primeras jornadas el Tour transcurrirá por el norte de Francia. Lo que supone días llanos, viento y mucho riesgo de caídas porque casi todo el pelotón tiene opciones de subirse al podio. Ya nadie frena para dejar pasar a un capo. Es cierto que el segundo día, con meta en Boulogne Sur Mer hay cotas en la parte final y que la meta está en un repecho corto al 15%. Demasiado poco para romper el pelotón.
El martes 8 de julio la carrera comienza a bajar por las costa de Normandía. El final en Rouen es similar al de Boulogne sur Mer. Varias cotas en la parte final y llegada en una cota con una rapa dura. Será el prolegómeno al primer día realmente importante para la general con la crono de Caen, plana, con viento y 33 kilómetros.
La carrera sigue su descenso hasta Bretaña con una etapa complicada entre Bayeux y Vire Normandie porque en sus 200 kilómetros llega a 3.500 metros de desnivel y de nuevo está salpicada de cotas en su última parte, con otra llegada en una cota dura. Y al día siguiente el mismo formato. Etapa con llegada y doble paso por el Mur de Bretagne. Otra vez para los mismos protagonistas.
El Tour se mete en el interior de Francia siguiendo el Loira con dos etapas llanas para el segundo fin de semana de carrera y previsible final al sprint en Laval y Chateauroux, acompañadas de dos largos traslados entre ambas.
El gran cambio es que el lunes 14 de julio no será jornada de descanso, como es habitual, sino que se celebra el día de la República Francesa y para ello el Tour siempre intenta hacer una etapa espectacular. Esta vez en el Macizo Central y con más de 4.400 metros de desnivel. Un recorrido repleto de cotas con final en el antiguo volcán Le Mont Dure Puy de Sancy, con tres kilómetros al 8%. Sin duda un terreno perfecto para romper la carrera.
Pirineos y cronoescalada
Después del día de descanso en Toulouse el martes 15 de julio, la carrera se retomará con una jornada llana con inicio y final en la capital del sur de Francia.
Al dia siguiente, jueves 17 de julio se inicia el periplo por los Pirineos con un inicio llano pero un final complicado pasando por el Col de Soulor, Col des Borderes y final en el siempre duro Hautacam, que fue la tumba de Pogacar en el Tour de 2022 ajusticiado por Van Aert y Vingegaard.
El viernes 18 de julio vuelve la cronoescalada al Tour. Además pura. Solo 11 kilómetros, los que separan la ciudad de Loudenvielle de la estación de esquí de Peyragudes. Allí venció Pogacar a Vingegaard en el Tour 2022, pero solo le pudo arrancar la bonificación. Solo un kilómetro para calentar, después los tramos del Peyresourde y final explosivo con rampas de 24% en el Altiport. Un día en el que casi ninguno utilizará la bici de crono, sino un modelo lo más ligero posible.
Para despedir Pirineos el sábado 19 de julio queda una etapa de altísima montaña con un encadenado clásico. Tourmalet, Aspin, Peyresourde y final en Superbagneres, donde no se llegaba desde los años 90 y que llevaba el último lustro sonando como final de etapa. Un día de 5.000 metros de desnivel. El domingo quedará la jornada de media montaña con final en Carcasssone, que suele ser terreno propio para escapadas.
Mont Ventoux, Alpes y París
Después de la jornada de descanso del lunes 21 de julio el Tour vuelve con una etapa desde la playa de Montpellier a la cima lunar del Mont Ventoux. Será una jornada unipuerto pero la carrera volverá a una cima histórica y por su vertiente más mítica, la de Bedoin, la misma por la que tuvo que acabar corriendo Froome el año que se bajó la meta hasta Chalet Reynard por el viento. Esta vez, si no hay inconvenientes meteorológicos, finalizará en la cima lunar.
Jornada de transición el miércoles 23 de julio camino de Valence antes de la que puede ser la etapa reina del Tour 2025. Por su desnivel acumulado, 5.500 metros de desnivel, por su situación en la última semana de carrera y sobre todo por el final en las rampas imposibles del ya mítico Col de la Loze, que sepultó las opciones de Pogacar en el Tour 2023 en la mayor pájara que se ha visto al esloveno. Sobre todo porque antes tiene que subir al Col de la Loze se asciende el Col du Glandon y La Madeleine, dos cimas míticas del Tour en un dia de más de 171 kilómetros.
Para despedir los Alpes el viernes 25 de julio el Tour afronta una etapa corta, de solo 131 kilómetros, pero con más de 4.500 metros de desnivel. Todo cimas habituales. Saises, Col du Pre, Cormet de Roselend y La Plagne, donde el Tour no llegaba desde el año 95, cuando Indurain reventó la carrera. Será la última oportunidad de decidir el Tour 2025 porque el sábado solo habrá una jornada llana en Nantúa y el domingo el final clásico en París.