¿Qué ha cambiado en el Tour de Francia 2020?

Escrito por Luis Ortega @Ciclored

El Tour para Francia es un evento que trasciende el ámbito deportivo. Es la esencia de Francia. Por eso no es extraño que las autoridades galas hayan hecho todo lo posible para que la carrera salga de Niza a finales de agosto y con público en las cunetas. La liga de fútbol, por ejemplo, acabó en sin disputarse las últimas jornadas, pero el Tour es algo más.


El Tour que se ve por la televisión sigue siendo muy similar al anterior. Desde que Christian Prudhomme da el banderazo de salida y hasta que los ciclistas atraviesan la línea de meta no hay cambios notables. Todo transcurre como si no hubiese pandemia. Si llueve, como en la primera etapa en Niza, y los corredores deciden bajar tranquilos la última parte del recorrido, se monta ‘jaleo’ en redes sociales. Si al día siguiente en la montaña es capaz de ganar Julian Alaphilippe y vestirse de amarillo, toda Francia recupera la ilusión de volver a conquistar la carrera años después.

Foto. ASO

Para el público

Los cambios están en el antes y después y en parte de lo que no se suele ver en directo. Si hay algo que diferencia al Tour del resto de las carreras del mundo es su caravana publicitaria, una feria ambulante con los patrocinadores de la Grande Boucle. Una hora y media antes de que pase el pelotón se encargan de animar al público y dar un toque de color a la carrera. Con respecto al 2019 la caravana se ha reducido un 40%, pero nada más. Todo sigue igual, incluso los regalos. Con eso no ha podido la pandemia. Un aficionado del Tour que espera en la cuneta sigue pudiendo alimentarse con la caravana del Tour. Salchichón de Cochonou, gominolas de Haribo o frutos secos de Bio Village. ‘Vestirse’ con las camisetas de Leclerc, las gorras de Direct Energie o los buff de Cofidis. Amén de las bolsas de 21th, lapiceros de Enedis, detergente Xtra o llavero de Bearn Pyrenees. Todo con el sello de patrocinador oficial del Tour, que da un prestigio extra.

Foto:ASO

Las cunetas se han seguido llenando de público, pero con matices. El Tour salió de Niza, que era zona roja (así denominan las autoridades francesas a las regiones con más incidencia de la pandemia) por lo que era obligatorio llevar la mascarilla y dejar una distancia de seguridad. A efectos prácticos no afectó demasiado. Las etapas 1 y 2 tenían suficientes espacios para ver en directo y sin agobios la competición, además la gendarmería se encargaba de avisar a los que no la llevaban y de multarles a la segunda vez que no cumpliesen.

En cuanto el Tour se desplace por otros departamentos que no son zona se relajaran las medidas para los aficionados en las cunetas, aunque ya han advertido que para acceder a los grandes puertos solo se podrá hacerlo en bicicleta o andando. Si es en vehículo a motor, como muy tarde dos días antes de carrera.

Foto. ASO

Las medidas de control aumentan en las zonas de salida y de meta. El Tour estableció el concepto de burbuja de seguridad. Eso se traduce en más vallas que nunca y accesos muy limitados. El aficionado debe estar una hora antes en la zona de salida o de meta y en cuanto se llega a un número determinado de aficionados, se cierran lo accesos. Alcanzar un selfie con un ciclista es prácticamente imposible, e incluso desaconsejable.

Para los equipos

Y es que ese es el gran temor de los 22 conjuntos del Tour para este 2020. La organización decidió que dos positivos por coronavirus entre los miembros de un equipo (8 ciclistas y 22 personas del staff técnico) supondría su salida de la carrera, por eso han extremado las medidas de seguridad. La mayoría concentraron a sus corredores dos semanas antes y crearon las ‘burbujas de seguridad’.

Foto: ASO

Esto se traduce en que cada equipo tiene una planta de hotel reservada para ellos o que antes de tomar la salida los ciclistas están separados en bloques y con la mascarilla puesta. Y que, nada mas llegar a meta, los corredores deben de ponersela, incluso cuando están dentro del autobús. Los auxiliares y directores, igual, con mascarilla hasta dentro del coche de equipo.

El gran problema les viene con el día a día, que implica que los auxiliares se tiene que desplazar a supermercados a hacer la compra para los avituallamientos y la cena o a relacionarse con los trabajadores de los hoteles donde se alojan los equipos. Riesgos extra que puede echar al traste las aspiraciones de un corredor. El siguiente punto de tensión, la primera etapa de descanso con las nuevas PCR.

Para la prensa

Las burbujas de seguridad dispuestas por el Tour consisten en separar en departamentos estanco a ciclistas, organizadores, público y prensa. Para estos últimos se ha acabado andar entre los autobuses de los equipos para recoger declaraciones o correr detrás del ganador y de los protagonistas de la etapa para saber como han vivido las jornada y que te cuenten sus impresiones.

Ahora la prensa está en su zona vallada, separados unos de otros, con micro con el cable lo más largo posible y a la espera de que los ciclistas pasen por su zona y se quieran parar. Solo las televisiones oficiales tienen asegurada su zona de declaraciones obligatoria para el ganador y algún protagonista. El resto, depende de los corredores y de las conexiones digitales para poder hablar con ellos. Entrevistas por videollamada y confesiones por whastapp aunque estés a dos hoteles de distancia.

Foto. ASO