Y es que el Col de Portet lo tiene todo para ser una referencia en los Pirineos. Altitud (2.215 metros), distancia (16 kilómetros), desnivel acumulado (1.400 metros) dureza (un porcentaje medio del 8,7%) y sobre todo un final con ocho kilómetros de asfalto rugoso y roto, de ese que recuerda al ciclismo de antaño. De la época de Perico, LeMond y Fignon y que muchos pudimos ver por televisión. Y por qué no, de Merckx, Ocaña, Anquetil y Bahamontes.
Pero vamos a situarlo. El Col de Portet será el final de la etapa 17 de 65 kilómetros del Tour, que arranca en Bagneres de Luchon y asciende Peyresourde y Val Louron. El Portet arranca en Saint Lary Soulan, en los Pirineos atlánticos y a un paso de la frontera española con el túnel de Bielsa y Aínsa.
No es un puerto nuevo en su inicio, ya que los primeros siete kilómetros coinciden con el mítico Pla de Adet, que ya se ha subido en el Tour en más de una decena de ocasiones y siempre como final de etapa, ya que no tiene descenso. La peculiaridad de este tramo de Pla de Adet o Saint Lary, que es como se llama la estación de esquí, es que son muy constantes, siempre entre el 9 y 10% de media. Sin descanso y a la hora en que lo subirán un auténtico horno sin ninguna sombra.
Arranca el Col de Portet
La carretera de Pla de Adet se deja justo en el único descansillo del puerto, cuando ya se llevan siete kilómetros ascendidos y después de pasar por Soulan. En una curva a izquierda la carretera de Portet sale justo a la derecha. Desde allí quedarán nueve hasta la cima. Los primeros 500 metros suaves y con buen asfalto, pero una nueva curva a la derecha hace que todo cambie.
A partir de ahí arranca el Portet en toda su dimensión. Se acaba el asfalto bueno y comienza otro rugoso y bacheado. La carretera se vuelve a poner del 8,5 al 10% y sin descanso. Se adentra en el paisaje rural y de alta montaña. A un lado y a otro solo hay praderas y vacas. Nada más. Durante el Tour, evidentemente, el aficionado aportará color y animación.
Salvo un tramo de arena suelta de 300 metros, el Portet es perfectamente ciclable, aunque siempre hay que ir mirando y eligiendo en qué tramo te vas a levantar de la bicicleta para procurar que no patine. Eso sí. Estos cinco kilómetros el desnivel no baja en ningún momento del 8,5 %. Además todos los kilómetros están marcados con el desnivel medio y lo que resta para la cima.
El único descansillo está cuando quedan tres kilómetros para coronar, con un tramo al 6% de media y otro casi llano. Pero la alegría se acaba ahí. El Portet vuelve a retomar sus desniveles por encima del 9%. A falta de dos kilómetros para coronar puedes vislumbrar la cima. Son dos rectas y dos curvas.
La primera te deja a un kilómetro de la cima, justo a la entrada del túnel y de un cartel que pone último kilómetro, desnivel medio del 10,4%. El problema es que atravesar el túnel es casi llano, por lo que el porcentaje de lo que resta tiene algún dígito más alto.
Los últimos 500 metros no bajan del 11% y el final es una rampa del 12%, por lo que cualquier ciclista que quiera ganar aquí tendrá que hacer una de las mejores etapas de su vida. Y en la cima, pues la nada. Un rebaño de ovejas y los telesillas que se utilizan en invierno. Un cartel conmemorativo del Tour con los datos de Portet y unas vistas espectaculares del Pirineo y de lo que será el desarrollo de toda la etapa 17 del Tour, porque desde allí se ven hasta las cimas de Val Louron y Peyresourde.