El ciclismo, a veces, es una prueba táctica en la que no siempre gana el más fuerte. En los dos últimos muros de adoquines, Kapelmuur y Bosberg, el que marcó el ritmo e intentó romper el grupo de los favoritos fue el checo Vakec, del Lidl Trek. Solo lo consiguió en parte. Arrancó en la zona más dura del muro de la capilla, justo después de las cocheras. Estiró el pelotón porque hasta allí habían llegado más de 60 corredores. Lo dejó en cinco, pero no hubo entendimiento. Allí estaban Van Aert y Philippsen, los dos grandes favoritos. Por detrás entro media docena de ciclistas más.
Un grupo de 12 ciclistas en cabeza con el Bosberg como único muro por delante y un pelotón de 30 organizado tirando por detrás a diez segundos. Ante esa escena de carrera, para resolverla, o eres muy bueno, como Van Aert en 2022, que resolvió el solo en los diez kilómetros siguientes planos y te aprovechas de la táctica de equipo, como le sucedió a Tratnik en 2024, escudado por la fortaleza del Visma.
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En este 2025 Van Aert no estaba tan fuerte. Es más, se cortó después de Molenberg y tuvo que echar mano de Jorgenson y Benoot para cerrar el hueco con los Alpecin, que tiraban como locos por delante cuando vieron que el belga se había quedado fuera de juego. Incluso se dejó ir cuando vio que era muy complicado atrapar. Le salvó que por delante se paró y que había más equipos interesados en llegar al grupo de cabeza.
Philippsen, el otro gran favorito, había puesto a su equipo a trabajar desde Molenberg. No para saltar, sino para reducir el grupo al mínimo posible. Su único objetivo era cargarse a posibles rivales en un sprint en el que, en teoría, nadie le podría hacer sombra. Por eso el belga tampoco se movió en Bosberg.
El único que lo intentó fue Vacek. Apretó en la larga y ancha recta cuesta arriba del Bosberg. Le siguió el noruego del Uno X Abrahamsen y Van Aert. Pero allí no se soltó nadie. Sufrieron muchos, si. Pero ni un hueco. Es más incluso recortaron unos segunditos más el grupo perseguidor.
En los 10 últimos kilómetros lo intentó Stefan Kung, el gigante suizo. Alcanzó 10 segundos de ventaja. Contrarreloj pura. Infructuosa. Igual que el intento de Yves Lampaert, del Soudal, un clásico de los adoquines. Imposible. Por detrás ya se habían organizado dos equipos, Visma y Alpecin, para llegar al sprint masivo con medio centenar de ciclistas.
The last kilometer of the Men Elite race. 🏁
Massive sprint by Wærenskjold! 👏👏#OHN25 #FLCS pic.twitter.com/9MjFDgHbjh— Omloop Nieuwsblad (@OmloopHNB) March 1, 2025
Lo que sucedió en la recta de meta fue consecuencia de todo lo anterior. Desaparecieron todos los Visma y los Alpecin. Van Aert, demasiado atrás, nunca pudo remontar y acabó undécimo. Philipsen, sin lanzador, se tuvo que buscar la vida él solo. Y por ahí surgieron dos gigantes, Waerenskjold (Uno X) y Magnier (Soudal), que no habían aparecido en toda la carrera, para copar un podio imprevisto si miramos el prestigio acumulado en los últimos años, pero que, si nos centramos en 2025, no sorprende tanto. Los dos se repartieron victorias en la Estrella de Besseges y el francés además había sido segundo en el sprint de Figueira en Portugal.
Waerenskjold estrena al Uno X como equipo ganador en los adoquines en la primera prueba prestigiosa del año, el Soudal encuentra en Magnier a un nuevo baluarte en las pruebas favoritas para el equipo belga y Visma, Ineos y UAE, que metieron a varios corredores en el grupo final, ya saben que necesitan un poco más para romper el pelotón en este tipo de clásicas.
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