Lo que sucedió después entre ambos nunca había pasado en los cuatro años de duelos Vingegaard-Pogacar. El danés, obligado a recuperar tiempo, aguantó otros cuatro kilómetros intentando reventar al esloveno a ritmo. A Pogacar no le hizo falta ni levantarse. Solo le faltaba saludar a la cámara. A falta de cinco Vingegaard hizo un último intento. Levantado sobre la bici aceleró al máximo. En otras ocasiones hacía sufrir a su rival. Esta vez ni se inmutó. Pero fue la señal. En cuanto el danés se sentó y bajó el ritmo a Pogacar solo le hizo falta bajar dos piñones para alejarse de él. No hubo respuesta. No la podía haber. El corredor de Visma se había desnundado. Había dejado en la mesa sus mejores cartas y no fueron ni suficientes para inquietar a Pogacar.
A partir de ahí la única duda era cuanta ventaja se iba a llevar Pogacar, que andaba desatado. Metió plato en los últimos tres kilómetros mientras Vingegaard sufría sin capacidad de respuesta. Cansado, derrotado y al borde de la pájara el danés se dejó más de un minuto. El Tour aún más lejos, aunque todavía quedan tres etapas alpinas y una contrarreloj complicada en Niza. Adiós a las esperanzas de la etapa del Macizo Central en Le Lioran, cuando el corredor de Visma pudo recuperar 30 segundos a Pogacar y ganarle el sprint de meta. Ese día volvió a soñar con el Tour. En Plateau de Beille ya solo había pesadillas.
Aún así. Vingegaard fue el único que pudo rodar un tiempo con Pogacar en los últimos diez kilómetros. Remco Evenepoel, el tercero en discordia, ni tan siquiera intentó entrar en los movimientos de sus dos rivales. Los dejó marchar y se fueron. Lejos. El belga, que se estrena en el Tour, perdió casi tres minutos. Lo suyo no fue pájara ni bajón de rendimiento, solo su puesto natural en la montaña frente a los dos mejores ciclistas del mundo en vueltas de tres semanas. Ya marcha a más de seis minutos, pero aún así puede haberse asegurado una plaza en el podio, porque el quinto en la general, Almeida, ya va a más de 11.
El destrozo del Visma y Pogacar provocó que Mikel Landa, cuarto, fuese el único que llegó a menos de cuatro minutos en la etapa. Por detrás dos UAE, Almeida y Yates, a más de cuatro minutos. Carlos Rodríguez, el líder del Ineos, y un aval de de resistencia y saber estar, acabó a más de cinco minutos.
Las diferencias de Pogacar en Plateau de Beille son de otros tiempos, cuando en el ciclismo los líderes tenían muchos más privilegios que los gregarios. Insólitas para el ciclismo de la igualdad actual. Quizás su máxima exhibición en el Tour de Francia, salvando aquel ataque en el Col de la Romme en el Tour de 2021 a 32 de meta. Esta vez sin la participación de su equipo. Solo aprovechando las rentas ganadas y la necesidad de Vingegaard para remontar.
Pese a que queda una semana, tres llegadas en alto y una crono, en el Visma ahora mismo son todo dudas. Tiene peor equipo de UAE y su líder ya no es capaz de hacer sufrir a Pogacar como en las tres ediciones anteriores del Tour. Además, si ponen toda la carne en el asador el esloveno les acaba rematando, como sucedió en Plateau de Beille. No les vale arriesgar todo al último puerto, sino jugar a encontrar un día malo de Pogacar, que siempre lo ha tenido en todos los Tours. Aunque quizá el de esta edición fue en Le Lioran y no pudieron restarle ni un segundo. La otra sensación es que el esloveno acabe pagando los esfuerzos del Giro en la última semana de Tour y lo pueda aprovechar Vingegaard, que en teoría llega corto de forma después de su lesión en la Itzulia. Pero eso, como vimos en 2023, a veces no sucede. Y el que llega corto de forma se acaba hundiendo al final.
El resultado de Plateau de Beille solo fue una continuación de los sucedido en Pla de Adet el sábado. Esta vez con distinto guión. Control y ritmo fulgurante del UAE y ataque de Pogacar a cinco de meta, al final de las duras rampas del 10%. Vingegaard no pudo cogerle rueda. Solo esperar a que el esloveno aflojase un poco para recuperar terreno a ritmo igual que en el macizo central. No ocurrió. Y la cuerda se fue estirando hasta los 40 segundos.
Cuatro días de montaña y una crono
El Tour entra en la última semana con la clasificación general muy perfilada, pero con muchas dudas en la pelea por el maillot verde. Grmay le saca casi 90 puntos a Philipsen y el belga solo tiene la etapa del martes en Nimes con previsible final al sprint para recortar ventaja. También los sprints intermedios, pero para eso el corredor del Alpecin tendrá que echar mano de su equipo para meterse en fugas de montaña y poder ir limando puntos al eritreo. Eso sí, el siguiente objetivo de ambos es no llegar fuera de control. La exhibición de Pogacar en Plateau de Beille dejó a medio pelotón en la cuerda floja y en Alpes puede volver a suceder lo mismo.
Y es que después de la etapa del martes de Nimes a los velocistas solo les queda sufrir y aguantar. Al día siguiente final más que peligroso en las montañas de los alrededores de Gap, donde siempre han pasado cosas. Allí en 2003 Beloki se dejó un Tour bajando por intentar soltar a Lance Armstrong. La subidas de Bayard y Noyer, cortas pero duras, dan paso al final en la estación de Superdevoluy de solo cuatro kilómetros al 6%. Es muy posible que llegue la fuga, pero también que haya batalla entre los favoritos.
El jueves el Tour viaja hacia el sur de los Alpes con una etapa de media montaña y 3.100 metros de desnivel. Cinco puertos de montaña, todos lejos de la meta de Barcelonnette, pero por un terreno quebrado y peligroso, ideal para fugas.
El viernes llega quizás la gran etapa de montaña de Alpes. Solo 144 kilómetros y tres puertos de montaña. Pero todos por encima de 2.000 metros de altitud y sumando más de 4.400 metros de desnivel. Vars (2100), La Bonnette (2.800) y techo de este Tour de Francia y final en la estación de esquí de Isola 2000 a la que no se llegaba desde el 1993, cuando Indurain y Rominger se disputaron el Tour más igualado de la época del navarro. Seguramente la etapa marcada por el Visma para hacer daño a Pogacar en un territorio en el que Vingegaard suele ser mejor que el esloveno.
Sin descanso llega la etapa de los Alpes Marítimos. Corta, 134 kilómetros, pero con casi 5.000 metros de desnivel. No son puertos demasiados altos, Lo más elevado es la meta del Col de la Couillole a 1.678 metros, pero la carrera parte de Niza, a nivel del mar e irá cogiendo intensidad a cada cima. Primero el Col de Braus, de segunda, luego el Col de Turini, habitual de la Paris Niza, igual que el Col de la Colmiane, otro de los clásicos de la carrera de marzo. Entre ellos ni un metro llano. Sin descanso para reorganizarse. Por ultimo La Couillole. Un puerto de 15 kilómetros que siempre está entre el 7 y el 8%. Constante, duro y en el que si el Tour hubiese llegado más igualado se podría ver una carrera espectacular.
Y para acabar la complicada crono entre Mónaco y Niza, de 33 kilómetros, 650 metros de desnivel y dos puertos de montaña, La Turbie y Col de Eze. Pensada para que los equipos debatiesen que material utilizar, pero que puede ser solo anecdótica si la carrera sigue la tendencia de Plateau de Beille.